Por un lado, habría que considerar que México es, obviamente, el mayor productor mundial de tequila, por lo que la cantidad de hidrógeno que se podría llegar a procesar es enorme. Además de esto, el residuo del que se extrae el hidrógeno es ciertamente habitual y molesto, ya que en este momento no tiene absolutamente ninguna salida comercial o ecológica, lo que significa que a los propietarios de las destilerías se les haría un favor al retirar dicho residuo, con lo que la ganancia es para todos los que participan en la operación.
Me alegra ver que los países que todavía están un tanto atrasados en la carrera por las energías limpias comienzan a despuntar con proyectos que les ayudan no sólo a enfrentar los problemas que ya tienen con el reciclaje de sustancias, sino también ofreciendo un modelo interesante para otros investigadores a lo largo y ancho del mundo.
Foto: Kims